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Una fractura casi irreparable

La poca o nula relación entre García Pimienta y una parte del vestuario contribuyó al desgaste al que se refirió el técnico, que guardaba silencio y apenas hablaba a los jugadores

Pablo Fuentes

García Pimienta y buena parte del vestuario no tenían relación, cuestión que a buen seguro contribuyó al desgaste al que se refirió entre otras cosas el técnico para explicar su marcha. La falta de explicaciones a los jugadores que menos participaban, o a los que sacaba repentinamente de las alineaciones fue sólo un

motivo. Un silencio que, sin un líder como Jonathan Viera en el vestuario, resultó ensordecedor.

La relación entre Xavi García Pimienta y buena parte del vestuario no acabó de la mejor manera posible. Pasa en todos lados, nada nuevo, pero también sucedió también en la UD Las Palmas. El divorcio entre el entrenador y Jonathan Viera, allá por septiembre de 2023, no fue el único de la temporada, y a buen seguro que las fricciones entre el técnico y algunos futbolistas influyó en el barcelonés a la hora de tomar la decisión de marcharse.

Algunos ejemplos de la ruptura quedaron escenificados el domingo pasado al término del partido frente al Deportivo Alavés. Ya cuando García Pimienta y los jugadores se encontraban frente al sector más animoso de la grada Naciente, hubo tres que no acudieron a mantear al entrenador, casualmente, tres que estaban a disgusto con él: Sory Kaba, Omenuke Mfulu y Pejiño, que fueron coherentes consigo mismos.

El extremo de Barbate, que vio el manteo en segundo plano como sus otros dos compañeros, le acusó ayer –sin nombrarle– de no haberle dado confianza durante el curso. «Fin, por fin, de la temporada. Tanto tiempo queriendo vivir esta etapa –en Primera– y resulta que me llevo un mal sabor de boca. Siento, de verdad, no haber podido tener más participación, y mira que tenía ganas. Dicen que la confianza es la clave del éxito y yo no la he tenido. Os prometo que a mí, más que a nadie, me hubiese gustado haber hecho una temporada 10. Este año no ha sido posible, pero estoy seguro de que lo será la próxima temporada. Trabajaré para mejorar y dar todo de mí. A pesar de todo, gracias por este año. Seguimos en Primera. ¡Arriba d’ellos!», escribió el andaluz en una de sus redes sociales.

Pejiño acabó la temporada con sólo 17 partidos, en los que marcó dos goles, uno al Granada en Los Cármenes y otros al Cádiz en el Gran Canaria. Ese día, el 17 de diciembre del año pasado, fue titular por última vez.

Sin jugar ni calentar

Sory Kaba tampoco tuvo protagonismo, pero su caso fue todavía más sangrante porque fue, junto a Mika Mármol, el fichaje más caro de la UD el pasado verano –alrededor de un millón y medio más variables– y apenas participó. Con los brazos cruzados, el guineano observó cómo el técnico volaba por el Gran Canaria alzado la mayor parte del vestuario.

Al final acabó el curso con el mismo número de partidos que Pejiño (17) y un gol, el que marcó en Almería para dar el triunfo a Las Palmas –también logró otro en Tudela, en la Copa del Rey–. Además, estuvo muchos partidos sin ni siquiera calentar cuando el equipo acuciaba falta de gol. Pese a ello, el técnico siempre apostó por los mismos, sin resultado. Ahora, con la marcha de García Pimienta, espera tener mejor suerte. La próxima pretemporada será fundamental para él.

En cuanto a Mfulu –en la imagen, vestido sin la equipación amarilla y azul porque no fue convocado, su participación fue aún menor, ya que sólo jugó cinco encuentros y sólo uno como titular, en el Bernabéu. La última vez que actuó fue el 20 de diciembre, en San Mamés. Al volver de la Copa África, el jugador fue a charlar con el técnico a pedir explicaciones de sus pocos minutos, pero la relación no mejoró. Mfulu, junto a Cristian Herrera, se quedó fuera de la convocatoria en muchos partidos en los últimos meses.

Más allá de las cuestiones técnicas que conciernen en exclusiva al entrenador, que siempre aseguró que sus decisiones las tomaba en beneficio del equipo, como no podía ser de otra manera, lo que los jugadores echaron en falta fueron más explicaciones del catalán, que no hablaba con casi nadie. Kirian era uno de los pocos con los que sí. Ese malestar no era sólo de los tres que no le mantearon, sino de otros muchos, incluido Munir, muy cercano al barcelonés en los dos primeros tercios del campeonato y luego también alejado.

La crisis del brazalete

El hecho de que Kirian llevara el brazalete de capitán cuando uno de los tres elegidos por los compañeros –Mfulu, Fabio y Benito, por este orden–, estaba en el campo también fue un punto de fricción en el vestuario. Benito, por ejemplo, no lo reclamó ni en San Sebastián ni en Mallorca; Fabio sí lo hizo en la jornada final.

En definitiva, las palabras públicos del entrenador cuando elogiaba a toda la plantilla no se correspondía con la realidad, pues sólo contó con un grueso de 14 o 15 jugadores durante toda la temporada, y eso molestaba, aunque no más que el silencio. Era ya una fractura casi irreparable que contribuyó al desgaste al que se refirió García Pimienta en su despedida. La ausencia de un líder como Jonathan Viera, fulminado por el técnico, tampoco ayudó. El verano, en el que cambiará la mitad de la plantilla, servirá de reseteo.

«Dicen que la confianza es la clave del éxito y yo no la he tenido», comenta Pejiño en una de sus redes sociales

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2024-05-28T07:00:00.0000000Z

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